SIGMUND FREUD CONTINUACIÓN CON EXPLICACIONES SOBRE INVERSIÓN

COMENTARIOS SOBRE INVERSIÓN: Sigmund Freud

  Uno de los defensores de la homosexualidad masculina ha definido de la manera más sencilla la teoría de la bisexualidad como "un cerebro femenino en un cuerpo masculino"; sin embargo, no conocemos las características de ese supuesto "cerebro femenino".

    La transposición de una condición psicológica por una anatómica es tan ociosa como injustificada. La tentativa de explicación de Krafft-Ebing parece planteada con mayor exactitud que la de Ulrich pero, en esencia, ambas son similares.

     Krafft-Ebing proponía que la disposición bisexual da al individuo centros cerebrales masculinos y femeninos, al mismo tiempo que órganos sexuales somáticos con caracteres de ambos sexos, señalando que dichos centros no se desarrollan hasta la época de la pubertad, y principalmente bajo la influencia de las glándulas sexuales, pero independientemente de ellas en cuanto a la disposición. Hablar de estos "centros" masculinos y femeninos tanto como hablar de "cerebros sexuados", cuando, en realidad, no tenemos motivo para aceptar la existencia de una localización cerebral de las funciones sexuales, que funcionarán a manera de "centros", como reconocemos que existen para la función del lenguaje.

    Sin embargo, es conveniente considerar dos ideas: en primer lugar, que también en cuanto a la inversión debe tenerse en cuenta la disposición bisexual, aunque no sepamos en que puede consistir tal disposición fuera de lo puramente anatómico, y que se trata de perturbaciones que alteran el instinto sexual durante su desarrollo.8

OBJETO SEXUAL DE LOS INVERTIDOS

La hipótesis del hermafroditismo psíquico supone que el objeto sexual del invertido es el contrario al de las personas normales; es decir, el hombre sucumbirá, como si fuese mujer, al encanto de las cualidades físicas y espirituales masculinas, y por lo tanto buscaría buscaría la relación con otros hombres. Sin embargo, aunque tal cosa fuera válida, para cierto número de invertidos, no obstante se halla muy lejos de revelar un carácter general de la inversión. Es innegable que muchos invertidos masculinos conservan los rasgos psíquicos de su género y no poseen sino muy pocos caracteres secundarios del otro sexo, además de que buscan, en el objeto sexual de su preferencia, rasgos psíquicos propiamente femeninos. Si esto no fuera así, no se explicaría que la prostitución homosexual masculina, tratase, como en la antiguedad, de imitar lo femenino en el atuendo y los modales, sin que esta imitación parezca ser incongruente con los ideales de los homosexuales masculinos. En la Grecia antigua, donde hombres de una máxima virilidad aparecen entre los invertidos, se ve claramente que lo más atrayente de los efebos no era el carácter propiamente masculino de los mismos, sino, por el contrario, sus cualidades femeninas, como la timidez el recato y sobre todo la necesidad de que un hombre les brindase apoyo y dirección. En cuanto el efebo se hacia hombre dejaba de ser atractivo como objeto sexual para los individuos de su propio sexo y tal vez el mismo se convirtiera en pederasta.

    En este caso, como en muchos otros, el atractivo no procede de la igualdad de género, sino de la reunión de los dos caracteres sexuales, se trata de una transacción de dos deseos, orientados hacia cada uno de los dos sexos, pero en la que se conserva como condición la masculinidad del cuerpo, centrada en los genitales, y que constituye algo así como el reflejo de la propia naturaleza bisexual.9

    En el caso de la mujer, las manifestaciones homosexuales son menos equivocadas; las invertidas activas presentan con gran frecuencia caracteres somáticos y psíquicos masculinos, y los exigen femeninos en su objeto sexual. De todos modos, también la homosexualidad femenina se presenta en muchas formas y variantes.




        

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