2. Desviaciones Relativas Al Fin Sexual

Como fin sexual normal se considera la conjunción de los genitales en el acto denominado coito, que induce a la solución de la tensión sexual (satisfacción análoga a la saciedad, respecto del hambre). Pero inclusive en el acto sexual más normal se integran de manera observable aquellos elementos cuyo desarrollo conduce a las aberraciones que hemos descrito como perversiones.
      
       En calidad de fines sexuales preliminares se admiten ciertas relaciones intermedias (existentes en el camino que conduce al cóito) con el objeto sexual, tales como la simple contemplación y el tocamiento del cuerpo. Por una parte estos actos están ligados por sí mismos a una sensación de placer, y por otro elevan la exctación, misma que debe durar hasta la realización del fin sexual definitivo.

        Uno de esos contactos, el de ambas mucosas labiales es lo que constituye el beso, mismo que ha llevado a contener un alto contenido sexual en muchos pueblos, incluyendo los más civilizados, a pesar de que las partes del cuerpo que entran en juego no pertenecen en absoluto al aparato genital, sino que forman la entrada del digestivo. Existen, pues, factores que permiten ligar las perversiones a la vida sexual normal y son aprovechables para la clasificación de las mismas.

        Alternativamente las perversiones pueden ser:

a) transgresiones anatómicas de los dominios corporales destinados a la unión sexual; o

b) detenciones en aquellas relaciones intermedias con el objeto sexual que normalmente deben ser rápidamente recorridas en el camino hacia el fin sexual definitivo.

2.1. Transgresiones anatómicas

Sobrevaloración del objeto sexual

La valoración psíquica que recae sobre el objeto sexual, como fín del instinto que le es concomitante, no se limita más que en rarísimos casos a los genitales de la persona, sino que se extiende a todo el cuerpo y posee la tendencia de incluir todas las sensaciones emanadas del objeto.

        Igual sobrevaloración aparece en el campopsíquico, mostrándose como una ofuscación lógica, o de debilidad de juicio, respecto a las funciones anímicas y de virtudes del objeto sexual, además de una docilidad crédula para con los juicios exteriorizados por el sujeto. La credulidad del amor constituye una fuente importante, si no la primordial, de la autoridad.11.

Esta sobrevaloración sexual es lo que tan mal tolera la limitación del fin sexual a la conjunción de los genitales y lo que ayuda a elevar a la categoría de fin sexual actos en que entran en juego otras partes del cuerpo.12.



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